Deambulo por tus ojos noctámbulos, cansado del camino que está por andar. Me cubro con la dama negra y aniquilo cualquier atisbo de esperanza que no sea la ajena. No sé vivir en un mundo que no sea el mío. Plagado de maleza marchita, me consumo, y consumo hasta el último resquicio de ser que ya no me queda. Ya no me queda. Fantaseo con la idea de otra vida como si la muerte no fuera ausencia de toda misma. Y eso es todo lo que no deja de ser. Ausencia. Ausencia. Ausencia. Me inundan de niebla los pulmones, de ideas la cabeza y sólo puedo pensar: ausencia, ausencia, ausencia. Tranquila me grita al oído, como en un susurro: "acércate, mi proximidad es lejanía". Me recuerda callada que el silencio es ausencia de vida, y después del silencio, la nada viva. Atajo la esperanza con las llagas en los di...
Funambulista de versos sin terminar, a medio camino entre poesía y realidad.