Han pasado siete lunas, cuatro siluetas dibujadas en mis sábanas y tres intentos fallidos de autoconvenciminento para volver a escribir de amor. Imagino que no te sé todo lo que debería, que debería dejar de rendirme al entusiasmo de tus palabras, al éxtasis de tus ojos cuando explotas tus expectativas. Y, es por eso, que restrinjo mis deseos y los sueños, por si en un descuido de realidad recordase de repente, que enjaular las alas nunca me quitó la adicción al vértigo. Así que supondrás, que lo que más me araña por dentro, ni siquiera es esta hazaña de vernos distanciados a un metro, sino todo aquello que no podré aprenderte, todo esto que no podrás conocerme. Porque incluso cuando se rompió el dos y volver a sumar parecía misión suicida, llegaste con brazos de rescate y caricatura de sabor amargo en la lengua. Porque incluso después, nos invi...
Funambulista de versos sin terminar, a medio camino entre poesía y realidad.