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Geográficamente, tú.

He desatado los cabos
de tu geografía
y no me atrevo a mirarte
si no es en la desnudez
de tus sábanas blancas.

Me he perdido en tus lunares,
que eran Sol los días de lluvia.
He rozado tu piel
corazón con corazón. 
Te he visto amanecer con cien legañas en los ojos
y, amor, 
eso sí que vale oro
y no todos estos ciegos locos.
He descubierto un paraíso 
en tu cabeza,
quizás con la certeza 
de que eres jungla ahí dentro.
Me he bañado en tus mejillas.
He rozado de puntillas 
la comisura de unos labios infantiles.
He jugado, 
lo confieso,
a ser yo 
en un mar de besos.
He besado tus inseguridades
con lengua de anarquía.
He caído en la osadía 
de quererte más que a la libertad.
Y no me arrepiento,
ya no hay lamento 
que calle todos los gritos de amor
que lanzaste contra las paredes de la habitación. 

Ya no hay alcohol 
que me haga olvidarme de ti.
Ni resaca en la que no te piense.
No hay agua que sacie 
mis ganas de ti.
Eres mar en desierto.
Y no sé lo que es peor.

Sobrevuelo tu mirada
y creo haber encontrado
viaje que sea más feliz que destino.
Me cuelgo de tus pupilas 
y veo paraíso ahi dentro.
No voy a pedir rescate.

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