Déjame escribirte en versos, leerte en braile y escucharte en estéreo. Déjate meter en vena amor de aluminio, cantar sirenas que anuncian delirio, inventar cenas en las que seas vino. Tinto. Para ser la sangre y la borrachera del delito. Delinco y cumplo condena en la libertad de tus penas. Soy ladrón de guante blanco que no deja ni remite ni reseña. Escríbeme a tu dirección opuesta, e intenta encontrarme siempre por debajo de la mesa. Búscame en una noche sin luna gritandole al vacío que ya no hay pero, espero, que te haga sudar de frío. Que no sientes calor en un abrazo, y que el mar de tejados de tu ciudad ya no te hace sentir en casa. Que cada amenaza de una noche más sin mi, es una esperanza de menos en tu baúl particular de recuerdos. Que rezas a las estrellas habiendo sido siempre atea. Que te creí mi Atenea y no hay mito griego que se te pudiese comparar. Que te deshaces en la cama surcando mareas de Sol. Que miras alrededor y no encuentra...
Funambulista de versos sin terminar, a medio camino entre poesía y realidad.