Déjame
escribirte en versos,
leerte en braile
y escucharte en estéreo.
Déjate
meter en vena amor de aluminio,
cantar sirenas que anuncian delirio,
inventar cenas en las que seas vino.
Tinto.
Para ser la sangre y la borrachera del delito.
Delinco y cumplo condena
en la libertad de tus penas.
Soy ladrón de guante blanco
que no deja ni remite ni reseña.
Escríbeme a tu dirección opuesta,
e intenta encontrarme siempre por debajo de la mesa.
Búscame en una noche sin luna
gritandole al vacío
que ya no hay pero, espero,
que te haga sudar de frío.
Que no sientes calor en un abrazo,
y que el mar de tejados de tu ciudad
ya no te hace sentir en casa.
Que cada amenaza de una noche más sin mi,
es una esperanza de menos
en tu baúl particular de recuerdos.
Que rezas a las estrellas
habiendo sido siempre atea.
Que te creí mi Atenea y
no hay mito griego que se te pudiese comparar.
Que te deshaces en la cama
surcando mareas de Sol.
Que miras alrededor
y no encuentras oasis ni desierto.
Sólo cuentos,
en los que pasar página es olvidar lo leído.
Y te lo digo,
no hay alfabeto que sea poesía,
si no te deletreo como mía.
escribirte en versos,
leerte en braile
y escucharte en estéreo.
Déjate
meter en vena amor de aluminio,
cantar sirenas que anuncian delirio,
inventar cenas en las que seas vino.
Tinto.
Para ser la sangre y la borrachera del delito.
Delinco y cumplo condena
en la libertad de tus penas.
Soy ladrón de guante blanco
que no deja ni remite ni reseña.
Escríbeme a tu dirección opuesta,
e intenta encontrarme siempre por debajo de la mesa.
Búscame en una noche sin luna
gritandole al vacío
que ya no hay pero, espero,
que te haga sudar de frío.
Que no sientes calor en un abrazo,
y que el mar de tejados de tu ciudad
ya no te hace sentir en casa.
Que cada amenaza de una noche más sin mi,
es una esperanza de menos
en tu baúl particular de recuerdos.
Que rezas a las estrellas
habiendo sido siempre atea.
Que te creí mi Atenea y
no hay mito griego que se te pudiese comparar.
Que te deshaces en la cama
surcando mareas de Sol.
Que miras alrededor
y no encuentras oasis ni desierto.
Sólo cuentos,
en los que pasar página es olvidar lo leído.
Y te lo digo,
no hay alfabeto que sea poesía,
si no te deletreo como mía.
Comentarios
Publicar un comentario