Ir al contenido principal

Entre tú y yo.

Entre tu y yo una distancia de errores,
de canciones bailadas a pleno pulmon
de compases callados
y de ruidos,
sin voz.

Entre tu risa y mis labios
90 minutos,
cinco pasos
y dos maneras
de latir el corazón.

Bailo con la anarquía de tus caderas
en mis manos,
con la dictadura de tu pecho,
con la puta realidad del deseo
y con los sueños de miradas sin calor.

Sé que te arde el lado izquierdo,
que mueres de frío por otro que no soy yo,
que te cuelgas de imposibles
y vives rutinas que piden perdón.

Pero entre tu y yo ya no hay miradas cómplices,
culpables,
inocentes,
pendientes.
No me tientes si sabes que eres tentación.

Entre tu cuello y mi boca ya no hay suspiros,
no hay gemidos
ni cristales que se empañen, corazón.

Entre tu y yo ya no hay sonrisas
que sean la cornisa de los días
que veía tu culo pasear por mi habitación.

Entre tu y yo, resaca, mi amor.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

X

Piensa en la sucesión de casualidades que te han llevado a conocer a equis. Piensa en ese tren o ese viaje sin el que ahora mismo no querrias ser la estación favorita de equis ni incendiar todo el invierno que tiene en sus labios. Sin esa palabra inutil a destiempo quizás ahora mismo el silencio que hay entre vosotros no se te antojara ruido. Puede ser que al tratar de despejar la ecuación, incognita y resultado coincidieran en que equis es a la vez error y solución del problema. Recuerda las carreras en las que equis pensaba que lo importante era llegar antes y no a la vez. Y recuerda como llegasteis a las carreras, y a los descansos en los besos de las carreras,  y a las carreras de besos, y a la resistencia de besos entre carreras, y a la resistencia del casi beso del final, y a la resistencia que le ponias a tus ganas, y a tus ganas. Acuerdate de las conversaciones a ojos vendados, de las ganas de volar todo por los aires y acabar prefiriendo siempre sent

A ciegas

Fuimos el libro que no hacia falta leerse para saber que en nuestro final, nadie acabaría comiendo perdices. Fuimos todos los errores a ciegas, todo aquello que no nos dijimos a tiempo, un "te quiero" susurrado, un "no te vayas" gritado a los cuatro vientos. Fuiste lágrima sobre lágrima, miedo sobre miedo, tú sentada sobre mí,  y yo, tocándote el pelo. Fuiste cielo, mi "quédate, pero vete" más sincero, mis ganas de verte de nuevo, mil ganas de no volver a vernos. Fuimos todas las risas,  todos los besos, todos los días pendiente de tu cuerpo, todas las noches pendiente de tus retos. Saco bandera blanca  en la guerra de mis sentimientos, rendirse no formaba parte del juego hasta que tú, disparaste primero. Mi verso en la sien más difícil de recitar, un adiós que me quemaba en el pecho, un "perdón, no te merezco", un perdón que no te debo.

Lujuria

Me perdí en sus piernas como un tonto se pierde  en las páginas de su libro favorito. Unos ávidos de historias otros del frenético, fanático deseo de querer. De querer matando, de morir queriendo. Cada uno de sus lunares y cada uno de sus vicios. Incontrolables, exahustos del frenesí. Acabamos aullando a la luna que esa noche nos durara una eternidad más.  Sabíamos de lo efímero de lo frágil,  de lo delicado.  Y apostomas fuerte,   con ganas,  con determinación. Salimos de la realidad de esas cuatro paredes paralelas, un mundo en el que ni Einstein ni Hawkins se habían atrevido a relativizar. Allí todo era lujuria, pasión y vida. Sobre todo vida. Y nos encontramos un mundo sucio y frío. Llano en las emociones y en los sentidos. Cerramos la puerta y volvimos a amar.  Como sólo dos almas rotas se aman. Recomponiendo sus pedazos.

Libertad

Tenía mirada infinita de cielo, unos ojos que lloraban ganas de vivir. A veces intenté ser cauce para toda su tormenta y acabe inundándome de su nostálgica esperanza. Yo la veía, no como se miran las cosas sin importancia, no como lluvia en invierno ni viento en otoño. Yo la veía y sabía que miraba la frágil eternidad. Ella siempre fue la musa poesía de artistas efímeros, la calle con voz de rebeldía, las voces que un día se apagaron esperando volver a gritar, las alas encadenadas con sangre de vida, la vida misma de tantos locos que esperaban menos cuerdas para poder vivir. Yo la defiendo, como hija misma del primer y último dios del pantenon. Yo la defiendo, por ser la causa última por la que morir y la primera por la que seguir viviendo.

Doble o nada

Te recuerdo que "nunca" es el siempre de los cobardes, que todo lo que ahora arde es el ayer que pierdo. Apuesto a que el trébol de tres hojas no conoce la suerte, y yo que te tuve delante ni siquiera supe verte. Sé de gatos negros que he sabido querer, de siete pasos que di hacia delante una tarde de verano sin sed, de besos debajo de la escalera un miércoles 14 cualquiera. Bendita mala suerte la de conocerte sin querer. Benditos dados que me han llevado a tu cama otra vez. Allí te perseguí hasta quedarme dormido, y escucha lo que digo, no hay abrigo si soy yo el que navega en tu ombligo. Contigo. La Luna nos sigue mirando, y no encuentra vía que nos haga salir del andén del deseo. No te creo si me dices que cogiste trenes para ser estación en los brazos de alguien. Y tú sin saber, que el billete de ida escondía una vuelta a mí para no volver.