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la inteligencia es salvarlo todo

2 de la madrugada: te acababas de ir dejando un rastro de pisadas absurdamente delicadas hacia la salida de emergencia. ¿Cómo entender el abandono cuando emergían de tus dedos palabras irreconciliables con la partida? Con la luz apagada las lágrimas sonaban más amargas, el dolor se prometía más privado y un eco inhabitado como de otros tiempos, en los que la felicidad se intuía remotamente corpórea, me recordaba que dije muy bajo todo lo que sentí para que todo lo que reverberase después del final fuese inaudible.  Había pronunciado tantas veces tu nombre, a saber: a duras penas como reclamo incomprendido, incesante como quien descubre, con la virtud paulatinamente desarrollada, que el vocativo es de una belleza tan precisamente custodiada que pareciese haber estado esperando sin desgaste a ser usado en mis manos; con una trascendencia sólo imaginable para quien te observa confesandote humano... que suponer ese compendio de letras, esa amalgama de significado, ese ser intangible por e
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lo que nunca te dije descansa en el cenicero

Quiéreme como si no te lo estuviese rogando, como si no estuviese tiritando de miedo en cada esquina y tú no me hubieses incluido en la lista de mendigos a los que la gente mira de reojo por si acaso la tristeza les contagiara.  Niégame tres veces, he ahorcado al gallo y a mis entrañas y me he jurado ante un almacén de pena y noche que esta será la última que broten adioses improvistos en mis ojeras.  Dime qué pasa si no pasa nada,  si me desvanezco entre tus ganas y la ceniza se recrea en el hueco en el que han dejado de sonar tus palabras. Cuéntame cómo edificaste cada posibilidad para después despoblarla de intención  mientras yo cierro los ojos y finjo que me duermo en algún pasado que me sacrifique la realidad.  Escúpeme los motivos,  tengo una prisa desgastada en las manos anhelando limpiar la devastación,  queriéndote por encima del miedo a querer.  Mátame la inspiración,  desescríbeme las letras que te traigo tatuadas hasta que la piel se deshaga al contacto y no me queden grit

el miedo desgasta los dientes de la fiera

Tengo miedo. Estoy a punto de testificar. Es un miedo incoercible que anida en mis ojos cada vez que te despides, que se atraganta en la memoria si se ciernen últimas veces. Tengo miedo y no sé que voy a declarar. Podría decir la verdad  y acabar alejándote porque eres incapaz de soportarla. Te resulta demasiado pronto, demasiado precipitado... Entonces, despedazo las palabras que te diría y selecciono con meditada cautela qué manías  usaré como salvoconducto para seguir entendiéndote. ¿Hay un tiempo para sentir? ¿Hay un sentimiento que detenga al tiempo? Si lo hubiese  debería ser algo así como la nana que me susurro a mí mismo hasta quedarme dormido plácidamente. "Te quiero, te quiero, te quiero..." Aunque tú no lo hagas. Te quiero. No sé si como salvoconducto, como tregua inconsciente, como las piernas recorriendo los últimos metros del patíbulo o como las manos arrullando al sueño. Estoy siendo sincero, no te pido que tú lo hagas                        -quererme-. Nunca t

no te vayas

el verso que más me duele pronunciar es el que todavía no he escrito.  cuando la mano tema el trazo inmisericorde de una despedida injustificada o cuando las letras se balanceen sobre los puntos finales de nuestro adiós. cuando todo lo que encuentre en lo vivido sea nostalgia irremediable,  cuando se me cuelguen tus recuerdos de mis límites  y me arrasen todo al paso del estómago a la tráquea.  cuando el miedo se convierta en certeza profetizada,  cuando deje de hayar consuelo en mis subterfugios,  cuando las hipótesis que fabrico se conviertan en ley irrefutable.  cuando no luches mis monstruos,  cuando mis dudas se te antojen cadenas,  cuando la distancia me de más incertidumbre que perspectiva,  cuando ansíes más la distancia que tu lado de la cama.  Entonces,  los versos que más me dolerán pronunciar  son los que estoy escribiendo ahora.

también hay que sangrar lo que dejas irse

también hay que sangrar lo que dejas irse, agradecer con las manos vacías.  también hay que aprender a decir adiós,  estrangular los recodos de la incertidumbre. No sé quedarme,  desvanecer la duda incansable,  quemar los augurios en fuego claro,  deleitarme la mirada con latido perpetuo. No sé irme tan definitivamente como quién elige a hacerlo, permanezco en ese limbo entre lo que debe ser y lo que soy,  en la huida ineluctable,  al abrigo de la indecisión. también hay que dejar marchar lo que se sangra,  mancharse con las manos lo que se pierde incontestablemente. también hay que justificar los silencios,                 [vacío blanquecino escupe mi voz. 

Already broken.

Han pasado siete lunas, cuatro siluetas dibujadas en mis sábanas  y tres intentos fallidos de autoconvenciminento para volver a escribir de amor.  Imagino que no te sé todo lo que debería,  que debería dejar de rendirme al entusiasmo de tus palabras,  al éxtasis de tus ojos cuando explotas tus expectativas.  Y, es por eso,  que restrinjo mis deseos y los sueños,  por si en un descuido de realidad recordase de repente,  que enjaular las alas nunca me quitó la adicción al vértigo.  Así que supondrás,  que lo que más me araña por dentro,  ni siquiera es esta hazaña de vernos  distanciados a un metro,  sino todo aquello que no podré aprenderte,  todo esto que no podrás conocerme.  Porque incluso cuando se rompió el dos y volver a sumar parecía misión suicida,  llegaste con brazos de rescate  y caricatura de sabor amargo en la lengua.  Porque incluso después,  nos invitamos a cafés a medias,  volviste loca a mi loca cabeza y diste cuerda a una caja alborotada

Inevitable

Me han mirado unos ojos que helaban alientos,  me han sujetado unas manos que reclamaban tenues los latidos.  La veía llegar desde el horizonte  con ese halo ensordecedor  de quien no tiene nada por delante,  cabalgando salvaje e inexorable hacia quién porta en su sello, la ignorancia. Y ahora sé,  que por mucho que la vida duela,  que por mucho que la jara ya no se doble al viento,  que por mucho que el viento  no me traiga tu voz de todas las veces en un pañuelo . Que por mucho que lo que vea no sea todo lo que es,  que por mucho que salvajemente  diese zancadas a la ignorancia.  Sea, justamente esta,  la que me haga recordar que desgarre la puerta  para entrar al mundo.  Que el mundo no entiende de dolor,  que no sólo duele lo que toca,  que el dolor es inevitable,  que lo inevitable es no reír.  Que para reír hay que tener,  que para tener hay que dejar ir,  que dejar ir no es dejar marchar,  que marcharse es siempre inevitable.  Que no es evit

Ausencia

Deambulo por tus ojos noctámbulos, cansado del camino que está por andar. Me cubro con la dama negra y aniquilo cualquier atisbo de esperanza que no sea la ajena.  No sé vivir en un mundo  que no sea el mío.  Plagado de maleza marchita,  me consumo,  y consumo hasta el último resquicio de ser que ya no me queda.  Ya no me queda.  Fantaseo con la idea de otra vida como si la muerte  no fuera ausencia de toda misma.  Y eso es todo lo que no deja de ser.  Ausencia.  Ausencia.  Ausencia.  Me inundan de niebla los pulmones,  de ideas la cabeza y sólo puedo pensar: ausencia, ausencia, ausencia.  Tranquila me grita al oído,  como en un susurro: "acércate, mi proximidad es lejanía". Me recuerda callada que el silencio es ausencia de vida,  y después del silencio,  la nada viva.  Atajo la esperanza con las llagas en los dientes,  pues no es más que la ausencia de realidad  avocando en definitiva a aus

Tus luces y mis sombras

Anochezco, y tú jugando entre mis fibras nerviosas, colgandote de ojalás sobre el bordillo de nuestra calle favorita. Me corto las entrañas con las lágrimas sobre el papel. Mojado, como el futuro sin ti, como la cama contigo. Me descubro mirándote de reojo cualquier sábado tarde, reprimiendo los impulsos que me dicen que aunque hubiera segunda parte, esta tampoco sería diferente. Ahora asumo todas las sombras que buscaban alimento. Las cuido. Serán ellas las que se queden cuando todo se haya ido. Ahora, aunque tarde, descubro que la vida son las rodillas raspadas de un niño, el aliento en la nuca del destino. Fíjate, hubo momentos en los que nos creímos invencibles, lugares en los que nos sentimos a salvo, canciones en las que no quisimos odiarnos . Fíjate, nuestra esperanza en un cuadro, la utopía de tu alma en mis brazos.  Y al final resulta que para conseguirlo sólo hay que intentarlo.

Espera número veintidós

Me he perdido la parte en la que decidiste, que ganar ya no entraba dentro del juego. Eres mi reina en jaque constante, y yo me he rebelado contra las reglas de un tablero, que no sigue dirección ninguna. Llevo tanto tiempo entre tu espalda y la pared, que me he aprendido de memoria el centímetro del lunar hasta el que llega tu pelo, y la forma en la que te ríes cuando te abrazo de improviso en la cadera de cualquier calle. Y no me hace ningún bien, pero ya no quiero salvación si es a ti a quien tengo que rogar, ni redención si es tu perdón el que me espera en el purgatorio. Me repito enfermizamente que ni conmigo, ni sin mi, es la táctica que firmaste con mis ojos el día que vi a los tuyos llorar cuando me iba. Y aún no te has ido - aunque no tardarás en hacerlo, por esa curiosa prisa tuya de darlo todo por hecho, y yo seguiré ahí - a medio camino entre lo que pienso y lo que siento. Y no te podré retener porque quedarte es deseo entre tanta obligación, porque tú eres ficción entre ta

X

Piensa en la sucesión de casualidades que te han llevado a conocer a equis. Piensa en ese tren o ese viaje sin el que ahora mismo no querrias ser la estación favorita de equis ni incendiar todo el invierno que tiene en sus labios. Sin esa palabra inutil a destiempo quizás ahora mismo el silencio que hay entre vosotros no se te antojara ruido. Puede ser que al tratar de despejar la ecuación, incognita y resultado coincidieran en que equis es a la vez error y solución del problema. Recuerda las carreras en las que equis pensaba que lo importante era llegar antes y no a la vez. Y recuerda como llegasteis a las carreras, y a los descansos en los besos de las carreras,  y a las carreras de besos, y a la resistencia de besos entre carreras, y a la resistencia del casi beso del final, y a la resistencia que le ponias a tus ganas, y a tus ganas. Acuerdate de las conversaciones a ojos vendados, de las ganas de volar todo por los aires y acabar prefiriendo siempre sent

A ciegas

Fuimos el libro que no hacia falta leerse para saber que en nuestro final, nadie acabaría comiendo perdices. Fuimos todos los errores a ciegas, todo aquello que no nos dijimos a tiempo, un "te quiero" susurrado, un "no te vayas" gritado a los cuatro vientos. Fuiste lágrima sobre lágrima, miedo sobre miedo, tú sentada sobre mí,  y yo, tocándote el pelo. Fuiste cielo, mi "quédate, pero vete" más sincero, mis ganas de verte de nuevo, mil ganas de no volver a vernos. Fuimos todas las risas,  todos los besos, todos los días pendiente de tu cuerpo, todas las noches pendiente de tus retos. Saco bandera blanca  en la guerra de mis sentimientos, rendirse no formaba parte del juego hasta que tú, disparaste primero. Mi verso en la sien más difícil de recitar, un adiós que me quemaba en el pecho, un "perdón, no te merezco", un perdón que no te debo.

Vuelve

"Me dijeron ve a por todo y fui a por ti" - Beret Vuelves. Te vas. Vuelves a volver. Vuelves a volver a irte. Vuelves a doler. Vuelvo a... Vuelvo a quererte. Vuelvo a querer que no te vayas. Vuelvo a irme para saber quererte. Vuelvo a querer quererme. A querer quererte. -"Quiero que te quedes" -"Vete y no vuelvas" Vuelta a volver a quererte. Vuelta a volver a no volver a quererte nunca más. Vuelta a volver que no vuelvas a irte. Vuelta a volver. -"Vete que ya me cansé" -"Por favor vuelve, esta vez será distinto" -"Vuelves a mentir" -"Vuelvo a volver a mentir para que te quedes" -"Quédate y no te vayas" -"Y vuelta..." -"Volveré..." -"Volverás a no volver a quererme" -"Volveré a querer que no te vuelvas a ir" -"Volverás a querer que nunca hubiera vuelto" -"No te entiendo" -"La vida da muchas vueltas" -"

A veces

A veces, a voces el silencio calla y todo lo que escuchas es la respiración incontrolada de  cada verso que esconde la almohada. A veces, basta con doblar la esquina y verte aparecer en la siguiente página, y subrayar las frases favoritas de memoria. Y subrayarte. A veces, basta. Otras necesitas carrerilla y empujón y la picardía de saber que saltar al vacio también es avanzar. Que la caida libre a los pies de tu cama hace al norte de mi cuerpo perderse en el sur de tu calma. Y encontrarte siempre distinta y distante, como el enigma que ningun egipcio supo nunca descifrar. A veces, ser feliz es cuestion del durante, del futuro inconstante, del vértigo del abismo en los brazos de alguien. A veces, te siento un poco mía, me olvido al instante, te recuerdo con arte en el bar de aquel día. Y a la mierda con eso de olvidarte. De vez en cuando, tragos amargos de la vida, personas canciones, canciones poesía.

Últimas palabras

Esta es la última vez que te escribo, y tu la última vez que haras como si no fuera para ti. Te busco en los poemas de los poetas sin palabras. En la hipérbole de mi vida. En el cajón de los recuerdos que quemamos con las manos sucias. Como el alma. En todas las paradas de bus que me recuerdan a ti. En todas las cervezas de más y en las tardes de mucho menos. En el calendario en el que tachaba los dias que te llevaba sin ver, y en las noches en las que siempre acababamos viendonos. En las carreras, en tus medias. Tintas. En la tinta de las cartas que nunca te envié. En mí, que siempre fui de terminar y ahora empecemos por el final. Se acabó.

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Quizás este sea el intento de poema que más pasos me ha costado dar. Lo dejo con cuidado, porque habla de mí. Y eso, a veces, da miedo. Sigo fallando, fallandome. Sigo apostando por los besos no dados, por los 'joder tío' delante del espejo. Jodido por los espejismos del abismo. Sigo siendo flor de un día y tu sigues teniendo tantísima primavera por dentro. Y claro, claro que me miro y no me veo porque no me quiero ver así. Contigo. Sin ti. Claro que tengo monstruos debajo de la cama, y miedos cuando se enciende la luz. Claro que quiero querer el niño que llevo dentro, el adolescente que llevo fuera y solo me sale culparme de to'. Claro que lloro cuando echo de menos, cuando me sobra el mundo y solo me queda mi habitación. Claro, joder, claro. Nítido. Cristalino. Transparente. Como la parodoja de no saber cómo quererme pero saber. Quererte .

Capítulo XIV

Demasiado tiempo perdido en caricias mudas, cuando nuestro cuerpos gritaban ganas, cuando te miraba con impaciencia de niño pequeño y me perdias las maneras que nunca te supe encontrar. Suficiente con tu pestañeo de sueños infinitos para alejar la simplicidad de mis pesadillas, para acercar la complicidad de nuestras caderas, para ser tu Varsovia en plena guerra y tu Barcelona a media despedida. Ojalá siguiera sonando "Highway to Hell" en tu pecho izquierdo cuando me ves cruzar la esquina, ojalá te quedases conmigo al borde de cualquier escalera a pasar del aire como de cualquiera. Y ojalá toda esta mierda de consumismo no nos consumiera. Quisiera volver a patinar sobre tu piel de enero, ser todos los peros de una discusión inútil, derrapar por tu silueta en la quinta avenida, que seas mi puto Empire State en una sociedad podrida. Que darme de hostias con la vida tampoco te hizo quedarte tranquila. ¡Qué de arte manejabas en la mirada cuando

Entre tú y yo.

Entre tu y yo una distancia de errores, de canciones bailadas a pleno pulmon de compases callados y de ruidos, sin voz. Entre tu risa y mis labios 90 minutos, cinco pasos y dos maneras de latir el corazón. Bailo con la anarquía de tus caderas en mis manos, con la dictadura de tu pecho, con la puta realidad del deseo y con los sueños de miradas sin calor. Sé que te arde el lado izquierdo, que mueres de frío por otro que no soy yo, que te cuelgas de imposibles y vives rutinas que piden perdón. Pero entre tu y yo ya no hay miradas cómplices, culpables, inocentes, pendientes. No me tientes si sabes que eres tentación. Entre tu cuello y mi boca ya no hay suspiros, no hay gemidos ni cristales que se empañen, corazón. Entre tu y yo ya no hay sonrisas que sean la cornisa de los días que veía tu culo pasear por mi habitación. Entre tu y yo, resaca, mi amor.

No(s)otros

Y a no creo en canciones de amor, ni en todos esos cuentos de finales felices, en las películas con subtítulos grises que hacen tambalear el corazón. Bailo con la resaca de tus ojeras en mi pecho y sospecho de tus manos cuando hablan de perder la razón. Las ganas intactas y el reloj apresurando los últimos compases de colchón. De tocar notas entre las sábanas y buscar miradas que exijan atención. Que la vida merece la pena cuando nuestras retinas se cruzan con discrección y que hay mil maneras de cumplir condena por haberte dejado ir de mi habitación. Hube podido pensarte de reojo todas las noches que aposté por lo poco que quedaba de nosotros dos. Que no somos otros más que los históricos de las mil noches con sol. Aún siento tus palabras en la sien y busco la forma de coger un tren que sea la vía a tenerte otra vez. Miro por la ventana como si ella me diera la explicación de porqué no te supe tener. Quiero susurros de locura y una dosis de amargura p

Libertad

Tenía mirada infinita de cielo, unos ojos que lloraban ganas de vivir. A veces intenté ser cauce para toda su tormenta y acabe inundándome de su nostálgica esperanza. Yo la veía, no como se miran las cosas sin importancia, no como lluvia en invierno ni viento en otoño. Yo la veía y sabía que miraba la frágil eternidad. Ella siempre fue la musa poesía de artistas efímeros, la calle con voz de rebeldía, las voces que un día se apagaron esperando volver a gritar, las alas encadenadas con sangre de vida, la vida misma de tantos locos que esperaban menos cuerdas para poder vivir. Yo la defiendo, como hija misma del primer y último dios del pantenon. Yo la defiendo, por ser la causa última por la que morir y la primera por la que seguir viviendo.

Literatura de ti

Déjame escribirte en versos, leerte en braile y escucharte en estéreo. Déjate meter en vena amor de aluminio, cantar sirenas que anuncian delirio, inventar cenas en las que seas vino. Tinto. Para ser la sangre y la borrachera del delito. Delinco y cumplo condena en la libertad de tus penas. Soy ladrón de guante blanco que no deja ni remite ni reseña. Escríbeme a tu dirección opuesta, e intenta encontrarme siempre por debajo de la mesa. Búscame en una noche sin luna gritandole al vacío que ya no hay pero, espero, que te haga sudar de frío. Que no sientes calor en un abrazo, y que el mar de tejados de tu ciudad ya no te hace sentir en casa. Que cada amenaza de una noche más sin mi, es una esperanza de menos en tu baúl particular de recuerdos. Que rezas a las estrellas habiendo sido siempre atea. Que te creí mi Atenea y no hay mito griego que se te pudiese comparar. Que te deshaces en la cama surcando mareas de Sol. Que miras alrededor y no encuentra

Doble o nada

Te recuerdo que "nunca" es el siempre de los cobardes, que todo lo que ahora arde es el ayer que pierdo. Apuesto a que el trébol de tres hojas no conoce la suerte, y yo que te tuve delante ni siquiera supe verte. Sé de gatos negros que he sabido querer, de siete pasos que di hacia delante una tarde de verano sin sed, de besos debajo de la escalera un miércoles 14 cualquiera. Bendita mala suerte la de conocerte sin querer. Benditos dados que me han llevado a tu cama otra vez. Allí te perseguí hasta quedarme dormido, y escucha lo que digo, no hay abrigo si soy yo el que navega en tu ombligo. Contigo. La Luna nos sigue mirando, y no encuentra vía que nos haga salir del andén del deseo. No te creo si me dices que cogiste trenes para ser estación en los brazos de alguien. Y tú sin saber, que el billete de ida escondía una vuelta a mí para no volver. 

Toco madera

Corté instantes con el filo de la felicidad. Pedaleé a ciegas  en un camino de piedras sin ti. Luché contra la duda de si tu alma desnuda seguía queriendo vestirse de mí. Cogí con pinzas tus ojeras, nos bebimos borracheras  y ganas de vivir. Saltamos al vacío pendiendo del hilo de tu sonrisa sinfín. Subimos a pulso cada uno de nuestros impulsos y todo lo que fuimos e hice por ti. Mañana  ya no habrá reproches, ya no quedarán noches en las que te olvides de mí.  Mañana ya no habrá escote que pueda (a)pagar mis ganas, que no son nada, si no eres tú  la que me las arranca de raíz.  Pero sabes que siempre mientras haya calor seguiré queriendo ser hoguera, y tu a mi vera para ser la leña que cuida de mí . Y que prende velas que no es sino  la cera que me hace dejarte de oír. 

Echarse de más.

Era de noches a secas, de días lluviosos y de eternidades que pendían de sus pestañas. Mataba por lo que quería y moría queriendo; porque cada paso que el corazón le daba en dirección opuesta a la que un día decidió tomar, era una copa de más  en una noche en la que se echaba de menos. A sí misma.

Geográficamente, tú.

He desatado los cabos de tu geografía y no me atrevo a mirarte si no es en la desnudez de tus sábanas blancas. Me he perdido en tus lunares, que eran Sol los días de lluvia. He rozado tu piel corazón con corazón.  Te he visto amanecer con cien legañas en los ojos y, amor,  eso sí que vale oro y no todos estos ciegos locos. He descubierto un paraíso  en tu cabeza, quizás con la certeza  de que eres jungla ahí dentro. Me he bañado en tus mejillas. He rozado de puntillas  la comisura de unos labios infantiles. He jugado,  lo confieso, a ser yo  en un mar de besos. He besado tus inseguridades con lengua de anarquía. He caído en la osadía  de quererte más que a la libertad. Y no me arrepiento, ya no hay lamento  que calle todos los gritos de amor que lanzaste contra las paredes de la habitación.  Ya no hay alcohol  que me haga olvidarme de ti. Ni resaca en la que no te piense. No hay agua que sacie  mis ganas de ti. Eres mar en desierto. Y no sé lo que es peor. Sobrevuelo tu mirada y creo h

Llueve

Había lágrimas  que caían desnudas y tristes por lo transparente de un amanecer bañado  en gris. Había leguas de camino por recorrer pero las ganas las teníamos intactas. Sin tocar, acabamos jugando a la melodía de querernos. Nunca hubo corchea  que sujetara nuestras manos, ni silencio más grande  que el de no querer decir nada. Porque hay silencios que hablan cuando ni los suspiros se atreven a aparecer por la ventana. Yo no aprendí a bailar bajo la lluvia, pero aprendí a quererla. Cuántas veces. Cuántas veces hizo mi boca saciable las ganas de ti. Qué poco.  Qué poco duró el frío en esa tapia blanca. Aún hoy, y tras meses sin haber dejado de colorear de rojo el cielo de tus ojos, me pregunto si todos los intentos,  los ensayos de respuesta y error,  los pies de puntilla  sobre la verdad, no eran más que notas sonando en lo agudo del espacio. Y ayer,  que ya desistí  porque amarillo tuviera lugar en la paleta de colores, me pinto a mí,  sólo, pero con las mismas ganas de verte aquí. 

Madrid

Voy en tren a ninguna parte. Y parto de la idea de que sin ella no hay estación en la que parar. Todavía oigo el altavoz de su mirada diciendo que no me perdonaría. Ya no tengo donde sentarme y sentirme a gusto. Así que me agarro a la barra y pido un trago más. Más. Hasta que queme. Hasta que tus recuerdos sean la ceniza de todos los cigarros que nunca fumamos, porque los vicios saben mejor en formato persona. Sigo en Madrid,  buscando la calle estrecha donde nos besamos. Pero todas me parecen iguales. Ya no estás tú.  Ya no hay Retiro que suponga descanso ni Gran Vía que invite a besar. Ya no hay cuatro torres en el cielo. Porque no se ven. Porque no ha habido día desde que te fuiste de mis sábanas, que haya vuelto a haber amanacer o, al menos,  que yo lo haya visto. El Palacio de Cristal se rompió. Me dicen que no era transparente.  Que las lágrimas lo empañaban  desde que ya no estamos juntos. Que Cibeles se ha ido con Neptuno  a París. Que dicen que alli todavía existe el amor. ¡Qu

Lujuria

Me perdí en sus piernas como un tonto se pierde  en las páginas de su libro favorito. Unos ávidos de historias otros del frenético, fanático deseo de querer. De querer matando, de morir queriendo. Cada uno de sus lunares y cada uno de sus vicios. Incontrolables, exahustos del frenesí. Acabamos aullando a la luna que esa noche nos durara una eternidad más.  Sabíamos de lo efímero de lo frágil,  de lo delicado.  Y apostomas fuerte,   con ganas,  con determinación. Salimos de la realidad de esas cuatro paredes paralelas, un mundo en el que ni Einstein ni Hawkins se habían atrevido a relativizar. Allí todo era lujuria, pasión y vida. Sobre todo vida. Y nos encontramos un mundo sucio y frío. Llano en las emociones y en los sentidos. Cerramos la puerta y volvimos a amar.  Como sólo dos almas rotas se aman. Recomponiendo sus pedazos.

Abuela

Faltaron sueños por cumplir, caricias a deshora y besos en hora punta. Y vaya puta, la vida digo. Que abraza en su seno el ultimo agosto del corazón marchito por dentro. Las arrugas que dibujaban su cara no eran heridas de bala, eran momentos grabados a fuego lento. Raudo se paso el tiempo que tuvimos para vernos. La plata que le caía era símbolo de su riqueza. El mar en su pupila parecía una ironía sobre lo que habia sido su vida. Las manos ya cansadas abrazaban tan fuerte que daban refugio. Ella era hogar y hoguera, calor y cobijo mi sol y mi luna la mujer certera.